Los vinos fortificados son aquellos a los que se les ha añadido alcohol vínico para subirles el grado.
La fortificación, remontado o encabezado de los vinos es una práctica iniciada por los bodegueros a instancias de los comerciantes holandeses e ingleses en el siglo XVII.
Su finalidad era subir el grado alcohólico de los vinos por encima del 15% y evitar que durante el transporte por mar hacia las colonias se estropeara y se convirtiera en vinagre. Al añadir alcohol vínico, en el vino se detenía la fermentación.
Un contenido en alcohol superior a los 15/16 grados protege al vino de desarrollos microbianos, especialmente de los micro organismos que transforman el alcohol en ácido acético. Este problema llamado, picado o avinagrado era frecuente antes del uso de la fortificación.
Vinos fortificados
La fortificación del vino da lugar a productos más dulces debido a que los azúcares no consiguen fermentarse. Además, destaca que este tipo de vinos pueden durar varios meses sin perder su gusto y sus propiedades.
Hoy en día la mayoría de los vinos de Jerez, Oporto y Madeira están fortificados.
Otros, sin embargo, a pesar de sus parecidas características organolépticas como el Fondillón de Alicante, no, pues todo el alcohol que contiene proviene de su propia fermentación, siendo esta, una de las característica singulares, que le hace único.