Durante décadas, ha existido cierta confusión entre dos tipos de vinos: el Moscatel y la Mistela. Aunque en la actualidad esta distinción está clara para la mayoría de los amantes del vino, es importante recordar las diferencias entre ambos para aquellos que aún puedan tener dudas al respecto.

El Moscatel es una variedad de uva blanca, tinta o gris que se cultiva en diferentes regiones del mundo. En otros países, esta uva recibe nombres como Muscat, Muscadet, Muskateller, Mostacho, Moscato, entre otros. La uva Moscatell de Alicante se destaca por su extensión y calidad, siendo considerada una de las mejores del mundo. Cuando se somete a un proceso de embolsado en el Vinalopó para su consumo directo, se le conoce como “Ideal”, destacándose por su sabor sabroso y dulce. Si bien el Moscatel se puede utilizar para elaborar vinos secos, suele destinarse principalmente a la producción de mistela.

Por otro lado, la Mistela es un tipo de vino dulce obtenido a partir de la mezcla de alcohol vínico al 15% con mosto de uva. El nombre “Mistela” proviene de la palabra “mixtura”, haciendo referencia a la mezcla de estos dos componentes. Históricamente, la mayoría de las mistelas se elaboraban con la variedad de uva Moscatel, lo que ha contribuido a la confusión entre ambos tipos de vino. Sin embargo, es importante destacar que se pueden preparar mistelas utilizando cualquier variedad de uva apta para vinificación, como la Garnacha o la Monastrell.

Para la elaboración de la Mistela es muy importante utilizar el mejor alcohol de destilación que este bien certificado y que por supuesto esté libre de color, contaminación o trazos de colas y cabezas para evitar la más mínima presencia de alcohol metílico. El Alcohol metílico o metanol, incluso en cantidades pequeñísimas, es tóxico para el ser humano y es el responsable de los dolores de cabeza que a veces hemos sufrido tras beber licores de mala calidad o fabricados de forma artesanal sin ningún control técnico y analítico.

Los mejores alcoholes los fabrican las destilerias que disponen de columnas de destilación modernas y que destilan varias veces el licor resultante. Es imprescindible que el producto a destilar sea orujo, vino o mosto parcialmente fermentado procedente de uvas y no de otras frutas.

Las mistelas recién hechas pueden oler o saber a alcohol por el escaso tiempo de maceración con la uva, en consecuencia es importante dejarlas reposar en los depósitos o en barricas de crianza un tiempo superior a 6 meses. Las mistelas muy viejas que han sido criadas durante décadas en barricas de roble o de castaño son una delicia pues la integración o atomización del alcohol en el vino es total y aunque al beberlas las notemos fuertes no encontraremos ni una solo olor o sabor a alcohol. .
En el caso específico de Alicante, la Mistela tinta de Monastrell fue muy popular hasta principios de los años noventa. Bodegas de la zona, elaboraban esta mistela que era apreciada por su alto grado alcohólico, lo cual garantizaba su conservación durante los viajes en barco desde Guardamar hasta Denia. Los pescadores solían llevar barriles de mistela a bordo para disfrutar durante sus travesías marítimas.

La Mistela de Moscatel es ideal para ser disfrutada en romerías, fiestas o como postre. También es perfecta para acompañar meriendas con rollitos de aguardiente y otras pastas. Su exquisito sabor dulce y aromático la convierte en una opción popular entre los amantes del vino. No obstante, es importante consumirla con moderación debido a su contenido alcohólico elevado, ya que una ingesta excesiva puede provocar una resaca memorable similar a la ocasionada por el consumo excesivo de anís dulce.
En conclusión, tanto el Moscatel como la Mistela son vinos únicos y deliciosos que merecen ser apreciados por sus características distintivas. Cada uno ofrece una experiencia sensorial única y puede ser disfrutado en diferentes ocasiones y contextos.

Es importante conocer las diferencias entre ambos para poder elegir el más adecuado según las preferencias personales y el momento en el que se desee degustarlos. ¡Salud!